Crónicas del mundo

Un día en Beijing, tercera entrega

09 May, 2021 Leonel Sánchez Alpino

Por Silvia Franchi

Hoy tendremos un día intenso y visitaremos lugares muy diversos  e imperdibles en nuestra estadía en Beijing, ciudad que no se agota, inmensa, compleja y también tranquila ¿Será el orden oriental?

Comenzaremos visitando el Jardín Imperial, llamado Jingshan, que está ubicado detrás del complejo de la Ciudad Prohibida, desde donde tendremos una vista panorámica bellísima, además de la torre hermosamente decorada con colores brillantes y fieles al estilo chino antiguo. Se erige el Palacio de Verano, al que no se puede acceder y subiremos a una torre desde donde tendremos una vista de 360º.

La torre está preservada perfectamente, manteniendo los colores originales e impecables. Los techos están decorados con buen gusto y colores vivos y alegres.

Desde allí podremos ver la Ciudad Prohibida que mostramos en nuestra entrega anterior y tomar una perspectiva de la magnitud del complejo y del poder imperial.

Al descender podremos disfrutar de los jardines imperiales sumamente cuidados y de acceso al público. Es un lugar de reunión de las personas mayores, los hombres  se reúnen a jugar a las cartas y conversar, en tanto que las mujeres hacen ejercicios Chi-kung para lograr un buen estiramiento. Es notable el buen estado físico de los mayores chinos, que se mantienen flexibles y activos.

Muy cerca se encuentra el Zoológico de Beijing adonde podremos apreciar los pandas gigantes. Los osos eran una especie en extinción que los chinos supieron rescatar; existe una reserva de pandas muy grande en otra provincia (Chengdu) que también se puede visitar. Allí los crían con muchísimo cuidado y luego los entrenan para que vuelvan a su entorno natural. Se exhiben algunos ejemplares en el zoológico y pueden apreciarse a través de una barrera transparente acrílica para evitar que se estresen por el público. Tienen  un lugar adonde duermen y parque para sus juegos; disponen de bambú que comen en cantidades. Son animales que comen mucho y duermen buena parte del día. Verlos es adorarlos, son muy simpáticos.

A la salida no podía faltar el comercio en el que se venden todo tipo de pandas realizados en peluche, una tentación para los más chiquitos, y por qué no, también para los grandes.

Nos dirigimos al tercer sitio de visita del día, el Parque Olímpico de Beijing, que se inauguró para los Juegos Olímpicos realizados en 2008 y cuyas obras perduran hasta hoy. Están en uso el Estadio Nacional y el Estadio Acuático.  Muchísimas personas lo visitan diariamente.

En la entrada al Estadio Nacional (llamado el nido) realizado en acero y con líneas y curvas que se entrelazan, se muestran los símbolos del desarrollo chino de los últimos años, los trenes bala, que desarrollan altísima velocidad y trasladan a miles de personas a lo largo y a lo ancho del país. La red ferroviaria es un exponente del desarrollo industrial de China. Si se desea ver el interior del Estadio hay que pagar un adicional.

Enfrente se puede ver el Estadio Acuático, que se utilizó originalmente para las competencias de natación y sigue en uso.

Quedaron los muñecos, figuras infantiles muy simpáticas para atracción de los niños.

En el momento de la visita  nos encontramos con una sorpresa, estaban realizando una publicidad, y las modelos vestían ropa típica colonial y bien diseñada, en sedas y brillantes, además de hermosos sombreros. A las modelos se las veía muy profesionales.

Luego recorreremos diez kilómetros para dirigirnos al Monasterio Lama de Yonghe, cuyos orígenes se remontan a 400 años atrás. Al edificio original se  le agregaron otros durante las dinastías Ming y Qing. Es el segundo monasterio lama más grande de China. Nos encontraremos con un templo budista tibetano, el más importante fuera del Tibet.

En el Siglo XVII fue el Palacio del Príncipe Yong Zhen, luego pasó a manos de los monjes lamas y se convirtió en un Monasterio. Actualmente lo habitan algunos monjes mongoles dedicados al estudio de la astronomía y la medicina. Es un santuario al que asisten muchos creyentes, tanto locales como de sitios remotos.

Los techos  son clásicos de tejas y la decoración está realizada en un cuidado diseño Lama. Hay muchos quemadores de incienso que exhalan humo permanentemente, ya que los visitantes donan sahumerios y los encienden, siguiendo sus tradiciones. Concurren muchos fieles de la religión budista, realizan sus rituales y rezan oraciones.

En uno de los templos hay una escultura realizada en madera de incienso del Buda Maitreya, que mide 18 metros de altura. Es una obra impresionante por su dimensión, su belleza y el significado que tiene para los fieles.

En otro templo hay budas cubiertos en láminas de oro, el más importante es Tsongkapa, que también nos remite a la fe que tiene la población budista. En China se profesan todas las religiones, también hay muchos Confucionistas.

Comienza la tarde y nos dirigimos al Barrio Hutong, para degustar un almuerzo especial realizado en la casa de una familia que sirve comidas caseras y muy ricas, sopas, pescados, verduras, siempre acompañados de arroz. Este barrio es una especie de Soho, ya que era una zona abandonada muy antigua que se recicló y hoy vale fortunas. Algunos ciudadanos acceden a vivir allí y pagan mucho dinero, pero la posesión es por solamente 7 u  8 años, luego deberán mudarse.

Hay comercios y restaurantes, y evidentemente no se trata de viviendas grandes, aunque tienen el valor agregado de ser un “barrio fashion”.

Después de nuestro merecido descanso y almuerzo, realizaremos un corto recorrido en unos carritos llamados rickshaw, que son tirados por una bicicleta. Se les paga una propina a los conductores que realizan un gran esfuerzo. Si bien es un entretenimiento turístico, da pena el esfuerzo que hacen los conductores por poco dinero, aún así mantienen su sonrisa.

Finalizamos nuestro día de excursión. Podemos dar algún paseo por Beijing cerca de nuestro alojamiento, porque perderse en esta ciudad sería un gran problema debido a la barrera del idioma, ya que los chinos en general no dominan otros idiomas.

Por la noche y diariamente se ofrecen diversos espectáculos, los más concurridos son los de los acróbatas, actividad para la que los chinos se preparan desde niños y desarrollan increíbles habilidades.

La otra opción es concurrir a un espectáculo de ópera china, muy interesante y representativa de la cultura, aunque no es para todos los oídos porque las cantantes femeninas cantan con sobreagudos, siguiendo la tradición de esta expresión artística. La escenografía y el vestuario son de época y muy lujosos, así como el maquillaje de los intérpretes, cuyos movimientos son tradicionales. De todas formas cualquiera de los espectáculos nos dejará un bello recuerdo.

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