Estudiantes
Sabella eterno
Alejandro 'Magno' Sabella cumpliría hoy 70 años: un reconocimiento al que por encima de lo táctico, siempre preponderó la enseñanza.
Por Francisco Gil.
Antes de su llegada al banco de Estudiantes en 2009 como DT, los jóvenes no sabían quién era. Quizá hasta hayan pensado que, por su bajo perfil y escaso renombre hasta entonces, no estaba a la altura de un club que venía con el pecho inflado por el campeonato obtenido en 2006.
Pero las generaciones anteriores sabían bien de quién se trataba. Los que habían nacido en la época donde Estudiantes ganaba todo a finales de los 60’ y principios de los 70, que no habían podido vivir aquella epopeya, recuerdan a Sabella. Fue su primer ídolo. Un 10 exquisito de un bicampeón inolvidable, más para la generación que se había criado a bases de historias de copas.
Alejandro Sabella nació un día como hoy, en 1954 en la ciudad de Buenos Aires, hace ya 70 pirulos. Pero él mismo confesó: “No sé si nací en el 54' en Buenos Aires, o en La Plata en el 82, cuando llegué a Estudiantes”. Su amor por el Club siempre estuvo. Tal es así que nunca se fue de la ciudad. Siempre mantuvo su bajo perfil, viviendo en su casa de Tolosa.
Incluso lo hizo cuando fue ayudante de campo en un mundial. Dieciséis años antes de devolver a la selección a una final del mundo, “Pachorra” fue ayudante de campo de Daniel Passarella, en la Copa del Mundo de Francia en 1998, donde la Argentina llegó a cuartos de final, con Juan Sebastián Verón como titular.
En silencio, casi desde el anonimato, Sabella se fue haciendo. Fue escuchando para aprender, antes de enseñar. Cuando llegó a Estudiantes, el club ponía la vara muy alta. Había ganado el Apertura 2006 y venía de ser subcampeón de la Sudamericana 2008. Pero él no solo que estuvo a la altura, sino que superó todo tipo de expectativas.
Asumió en segunda vuelta de Libertadores, tras la salida de Leonardo Astrada. A partir de allí desplegaría un juego notable, como el del equipo del 82/83 del que fue la gran figura. Con Verón, Braña, Fernández, Enzo Pérez, Mauro Boselli y casi todo un equipo con figuras en su mejor momento, llegó a la final contra quien desde la primera ronda (donde lo enfrentó) era el gran candidato.
Tras un empate en cero en la ida, y comenzar perdiendo en la vuelta en Brasil, Estudiantes le dio vuelta un partido inolvidable al Cruzeiro de Belo Horizonte y consiguió la edición 50° de la Copa Libertadores de América, la cuarta en su historia y después de casi cuarenta años.
Luego de aquella hazaña, como si fuera poco, con un equipo desarmado sin muchas de sus figuras, puso de rodillas al mejor Barcelona de la historia (Messi, Ibrahimovic, Henry, etc), ganándole hasta el minuto 89’, donde en un descuido y casi sin oxígeno, Pedro lo empato, para que Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, aparezca en el alargue.
A pesar de que estuvo a minutos de conseguir un segundo título mundial para el Club, el año siguiente también trajo alegrías.
Luego de salir subcampeón del Clausura 2010, con el que, para él, fue el mejor equipo de Estudiantes que le tocó dirigir, ganó de punta a punta el Apertura de ese mismo año, consiguiendo su segundo título en dos años en el Club. Pachorra ya era un prócer.
Sus buenos resultados lo llevaron a la Selección. Se podría decir que fue la única vez que las “súper estrellas” (Messi, Higuaín, Agüero, Di Maria y Mascherano) lograron desplegar un juego asociado, clasificando al Mundial de Brasil primeros en las eliminatorias.
Lo que pasó en esa Copa del Mundo es historia conocida. Argentina llegó a una final del mundo después de 24 años (la última vez, con Carlos Salvador Bilardo como DT), cayendo ante Alemania en el que fue, quizás, el partido en que mejor se jugó. Cosas del futbol.
Tras su salida, la selección no volvió a ser la misma. Tres entrenadores pasaron sin pena ni gloria. Si bien Gerardo Martino llegó a dos finales de América, que tampoco ganó, luego Edgardo Bauza y Jorge Sampaoli dejaron una selección que casi queda en la historia y no precisamente por algo bueno. Fue finalmente con la llegada de Lionel Scaloni, otra figura con pasado en el Pincha, que la albiceleste logró recuperar la mística.
En esta fecha tan especial, toda la familia albirroja extraña muchísimo a quien más supo respetar su historia. A quien tanto supo querer al Club, y representar los valores que identifican a una escuela que, más allá de los deportivo, pregona la solidaridad y lo colectivo como una forma de vida.
Su enseñanza sigue presente en cada jugador que dirigió, en cada hincha que tuvo la oportunidad de escucharlo (tanto de Estudiantes cómo del fútbol en general), en los técnicos jóvenes que lo toman como ejemplo, en quienes diariamente realizan acciones desinteresadas en una comunidad, en cada filial, agrupación y asociación que con orgullo lleva su nombre. Su apellido es bandera y su legado eterno.